Ironías de vida. Amargos y lúgubres diálogos que cubren nuestras almas en ocasiones; luego sin pensarlo, se está soñando y delirando en fantasías llenas de alegría. Ilusión, una pequeña chispa de esperanza, algo que puede despertar alguien que tal vez ni haz conocido. Lo bello de la vida, poder conocer a alguien sin siquiera proponerlo, o en mi caso con cierta intensión. Un anhelo reprimido por mucho tiempo, no por ser alguien especial, sino por sentir que vales un poco.
Miedo.
¿Cómo se empieza una conversación sin sonar atrevido? ¿Qué digo? La típica e inocente: " Y... tu que estudias?" Una simple frase que abre las puertas a una charla, y quizás, a una amistad. De la nada una respuesta, que lleva a un tímido pero agradable cruce de palabras. El análogo de tantos años de soledad, por fin se estaba haciendo notar.
Nervios.
Un nuevo día, otra mirada, la oportunidad para hacer que las cosas funcionen. ¿Cómo debo continuar? Sólo fue una charla; la duda de que debes y que puedes hacer ahora. ¿Podría sentarme a su lado? La excusa perfecta, un libro, un juego, otra charla. Algo más ameno y confianzudo, la sensación de que vales algo y que tal vez pudiste haber conseguido a quien le interesas un poco.
Esperanza.
Saludos inesperados, gestos, una conversación normal. El anhelo cumplido de conseguir una amistad, alguien con quien pasar el tiempo, risas, compartir una mirada. La dicha de ser aceptado, pretender que existes, ser tu mismo, gozar de cada segundo de compañía y encontrarle un sentido a la vida. Tal vez es una fiesta por nada, una celebración por algo demasiado normal para otros, pero algo de luz entre tanta oscuridad, le da alegría al más pobre de los infelices.
Somos seres inherentes a la vida en sociedad, para unos sencilla, para otros no tanto. La búsqueda por ser alguien continúa, no soy nadie, pero tal vez sea el tiempo de comenzar a existir...